
La inundación en nuestra ciudad que afectó severamente a los vecinos de Villa Azul, nos trajo una vez más a la memoria la tragedia de Lago Epecuén, aquellas jornadas interminables del año 1985 en los que la naturaleza y la desidia humana , nos arrebataron un pedazo gigante de nuestra historia. En unas pocas jornadas todo lo que era, desapareció, dejándonos el gusto amargo de un final insoportable para quienes allí vivían.

Claro que pasaron los años y con ellos tambien pasó la preocupación en la mayoría de nosotros. Hoy ya viven generaciones en nuestra ciudad, que aún no habían nacido en aquel noviembre maldito.
Sin embargo la naturaleza sigue sin perdonar. Ella sabe recuperar su fuerza y recordarnos que es la que manda, que no podemos distraernos, que es imposible olvidar, contra las fuerzas del planeta ningún humano puede ni podrá jamás.
Hoy todos somos espectadores de la tragedia en Bahía Blanca.
Muchos de nosotros tambien fuímos espectadores de nuestra propia tragedia de la cual el próximo 10 de noviembre se cumplirán 40 años. Cuatro largas décadas que no han logrado aún que olvidemos a Epecuén y su gente, aquellos vecinos que se fueron al cielo sin haber podido jamás volver a caminar por las veredas de su pueblo, por los jardines de sus casas.
El desastre ocurrido en Villa Azul debe ser un alerta para que nos volvamos a ocupar de un asunto tan delicado como es el ordenamiento y las obras que permitan que nuestros vecinos vivan en paz, con tranquilidad y no se vean azotados nunca más por ningún fenómeno natural o artificial.
Actuar a destiempo es lo más peligroso.
DOMINGO SAN ROMAN
Ese temor hoy invade a mis vecinos y a mi en lo personal. No tenemos respuesta. No hacen nada y seria tan sencillo clausurar los canales clandestinos que inundaron villa azul. Desde el tajamar de Osvaldo Robilotte al canal que lleva o llevaba agua al golf club. Hagan algo por favor!!!