
Es la nuestra una sociedad que sacrifica a sus generaciones jovenes? Pues bien, si nos adentramos en los pliegos de la historia veremos con espanto como se han perdido centenares de miles de vidas en diferentes etapas de la evolución social y política de la Argentina.
Sólo tomando como punto de partida y referencia tragedias como la de la Patagonia rebelde a principios del siglo pasado, podremos contabilizar como los estamentos poderosos y más evolucionados se sirvieron de la esperanza de la juventud y sus ideales para asesinarlos y o desaparecerlos.
En nuestros días la involución se ha tornado tan desgarradora y violenta que ya estamos naturalizando las muertes a manos de la droga, la delincuencia y la violencia intra y extra familiar.
Se observa con estupor como ciertos sectores de la sociedad festejan la muerte violenta de un delincuente, (joven), a manos de un hombre anciano, pretendiendo asumir que se hizo justicia.
Justicia se hubiera hecho si ese anciano hubiera estado protegido, justicia habría sido que ese joven tuviese una familia que lo hubiese criado con amor, con seguridad y principios…
El caso del jubilado no es un caso testigo de nada… es la muestra fehaciente del desprecio que le han tomado a la vida algunos sectores de nuestra enferma sociedad.
Esta mañana las imágenes de los noticieros mostraban como moría otro joven, asesinado para robarle su camioneta mientras trabajaba, el fin de semana asesinaban a la victima de femicidio número 72 en la pandemia… y todos los días mueren decenas de seres humanos de manera violenta. La virulencia de la acción criminal sólo puede ser entendida desde un ángulo: la desidia de una sociedad egoísta, corrupta y con sus valores fundamentales en franco camino a desaparecer.
La solución no es defender al jubilado, tampoco glorificar al delincuente… la solución es asumir entre todos nuestras responsabilidades y ayudar a mejorar nuestra convivencia desde la educación y el respeto a valores profundos y arraigados. Ninguna sociedad combate la violencia con más violencia, ninguna sociedad se recupera si deja perder a sus generaciones jóvenes en la incertidumbre de la ignorancia y la deseducación.
Una frase espantosa de mediados del siglo pasado nos marcó y abrió las puertas a este profundo descalabro… “alpargatas si, libros no…”
No interesa quien la dijo, pero esa frase habilitó las puertas de un infierno social que no para de crecer y acarrea la permanente destrucción de vidas jóvenes, valiosas, imprescindibles…
No interesa hoy debatir falsamente el derecho que un anciano tiene a matar a su atacante… lo que debemos hacer sin falta es ocuparnos de darle oportunidades a las generaciones que padecen la injusticia de vivir en un país lleno de riquezas que sólo un puñado de privilegiados disfruta.
Da realmente mucho miedo pensar que algunos puedan creer que el jubilado hizo justicia y que otros sólo aspiren a reivindicar la venganza, esos dos razonamientos dejan abierta la puerta de un infierno inimaginable…
La ayuda solidaria que los gobiernos han implantado como una panacea a la injusticia, lo único que ha logrado es destruir las posibilidades de soñar, de crecer, de logra metas, etc. en varias generaciones de jóvenes y ahora comenzamos a cosechar el resultado de los planes sociales… un desastre que todavía estamos a tiempo de cambiar.
Lo único que salvará a nuestras nuevas generaciones será abrir oportunidades de trabajo para quienes no las tienen y reforzar sin especulaciones políticas e ideológicas la educación de las generaciones actuales y futuras…
DOMINGO SAN ROMAN
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