La Argentina tiene denunciadas más de un centenar de desapariciones de niños en las últimas décadas. Una actividad declictiva de las más siniestras que desata siempre las sospechas, pero jamás se escucha que se resuelvan casos de esta naturaleza. La provicia de Corrientes tiene varios casos similares al que hoy atrapa a los medios y sus audiencias.
En torno a la figura de un tierno niño de 5 añitos se desató una maratónica cobertura que nadie sabe bien cómo comenzó y porque escaló de esta manera, cosa que no ha ocurrido con otros casos excepto el de Sofía Herrán desaparecida en cirscunstancias similares en el sur de nuestro país.
Quizá esta tragedia que por ahora no tiene visos de ser resuelta, pueda despertar por su trascendencia, un poco más de conciencia sobre los múltiples factores que abonan el terreno de esta deleznable actividad.
La ignorancia, el aislamiento y la profunda miseria de miles de familias, abre las puertas de ese infierno, pues resulta inverosimil creer que las personas desaparecen sin mas.
Un niño, una vida, un argentino más que engrosa el número tétrico de vidas que se esfuman, casi siempre en torno a la pobreza, la ignorancia y a veces, (quizá muchas más de las que imaginamos), en torno a los intereses de personas demasiado siniestras.
Quizá a esta altura de los acontecimientos la única esperanza que queda, sea pedirle a Dios que Loan este vivo y tenga una buena vida, después de tantos días, tanta ineficiencia y tantas mentiras, cuesta creer que se podrá recuperar esta pequeña y fragil vida de un argentino inocente.
DOMINGO SAN ROMAN
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