Existe en nuestra provincia un enorme bagaje musical, con intérpretes que abarcan todos los géneros. Pero cabe decir que hubo antes una movida allá por los años ‘70 y ‘80 que dejó una indeleble huella.
MARIO VEGA
Supongo nos debe suceder a muchos. Eso de cada tanto hacer un alto y mirar hacia atrás para repasar de qué manera hemos recorrido el camino de la vida. Con sus más y con sus menos…
Es ahí cuando se realiza una suerte de inventario, evaluando si tuvimos o no la fortuna de una buena vida. Y es en ese instante cuando nos asaltan como ramalazos los recuerdos, los de nuestra juventud y las andanzas de esos tiempos, de modo tal que parecería que estamos viendo la película de nuestra propia historia. Evocando con una sonrisa las buenas cosas que nos puedan haber sucedido; y poniéndonos serios con las situaciones de angustias y dolores, que en algún momento a todos nos tocaron.
Volver a los viejos sitios.
He transcurrido en esta ciudad desde siempre, y nunca me plantee irme a ningún lado, como no fuera de paseo. Otras personas de mi generación un día se marcharon… algunos a lejanas tierras de las que no piensan volver; otras a sitios más cercanos, pero también fuera de esta Santa Rosa querida.
Estarán los que se sientan muy a gusto en los lugares que eligieron para continuar el camino; y otros que quizás no tanto pero siguen… Pero asimismo unos/as y otros/as, me parece, necesitan cada tanto volver a los viejos sitios y a esos afectos que nunca se olvidan.
Permitirse soñar.
Luiggi Corvalán (74) viene cada tanto a visitar a los suyos, a algunos familiares que le quedan por aquí, a los amigos de siempre, y a caminar las calles de la ciudad que sigue amando…
Y de paso, cada vez que lo hace se permite soñar… con un teatro colmado, con sus amigos en el escenario y en la platea, mientras el aire se va llenando de antiguas melodías… Y por qué no soñar, si dicen que es gratis. Todavía.
Y al cabo regresa porque –como dice la canción– uno vuelve siempre a los viejos sitios… donde amó la vida.
Una gran movida.
Son estos tiempos florecientes en nuestra música lugareña. Con una enorme cantidad de artistas tocando, cantando e interpretando, en distintos escenarios, pero sumando además a quienes hacen arte callejero, que cada vez son más los que se animan.
Es una movida que puede llamar la atención, pero que tiene su explicación. Hay en estos días muchos y diversos lugares donde capacitarse con la música, tanto en lo instrumental como en lo vocal, como el Crear, escuelas municipales, academias musicales, y también músicos que tienen sus propios alumnos, que hacen que los intérpretes sean cada vez más. Y también cantidad de escenarios donde presentarse a mostrar lo que saben hacer, desde el Teatro Español, ATTP y Teatroké. Y están además los y pub y bares donde los músicos son muy bien recibidos.
Otros tiempos..
Pero hubo otra época, de menos posibilidades porque no existían tantos lugares donde actuar, y porque obviamente la tecnología comparada con la de hoy era más vale escasa, y todo se hacía a puro pulmón y ganas.
Antes un cantante tenía que tener a su lado –ineludiblemente– uno o más músicos que lo acompañaran con lo instrumental. Ahora, y desde hace bastante están las “pistas” –melodías que sirven a modo de soporte del intérprete–, que llegaron para acompañarlos.
Aquella otra movida.
Hace ya décadas, en esta querida Santa Rosa había también grupos de muchachos apasionados que, seguro, tenían la ilusión de convertirse en estrellas de la canción.
Estaban los que habían visto por primera vez a Los Fronterizos en la Escuela Hogar –hoy dependencia del Ejército– y quedaron enamorados del folklore; y otros que buscaban para otro lado, para otros géneros musicales.
Promediando los ‘70 –y aún antes– era el advenimiento del fenómeno de Los Beatles. En tanto en nuestro país iban apareciendo Los Iracundos, Los Linces, Los Ángeles Negros, La Joven Guardia…
En Santa Rosa también se iban formando grupos seguidos entusiastamente por los jóvenes de entonces. Y así, después de Los Violentos, surgieron Grupo 04, Clan 5, Sol Naciente, y muchos otros.
“Famoso” de la época.
Uno de aquellos músicos que empezaron a ser reconocidos era Luis Alberto Corvalán, que trascendería más tarde como Luiggi Corvalán. Iba a ser uno de los “famosos” de la época, con una voz y un estilo que algunos decían lo asemejaban a Nino Bravo.
Luiggi aceptó gustoso la charla conmigo, y mientras va recordando aspectos de su vida no deja de señalar que tiene especial entusiasmo por la posibilidad de armar próximamente un espectáculo en el Teatro Español, acompañado de algunos de sus tantos amigos de aquellos tiempos.
La familia.
Su padre se llamaba Luis Orlando, la mamá Hilda Delia Molina, y tiene una única hermana, Pochy, que continúa radicada por aquí. “Mi querido viejito era mecánico de la Agencia Oficial Ford, y después puso su propio taller… y sí, vivíamos en Villa Del Busto”, expresa.
Luis hoy está separado de la madre de sus hijos, a quien había conocido en Epecuén una vez que fueron por una actuación. Tiene dos hijos: Chantal que es docente; y Luciano administrativo en la municipalidad de Carhué; y también están los nietos para alegrarle la existencia.
“Cantaba muy bien Luis”.
Mi amigo Oscar Christensen estaba muy cerca de aquella movida de los años ‘70 y ‘80 –llegó a integrar Clan 5 como baterista– y tiene un lindo recuerdo de Luis. “Era excelente cantando, con un timbre de voz y un estilo muy parecidos a Nino Bravo. Se destacó muchísimo en Sol Naciente, que fue un grupo con unos músicos terribles… Lo perdí de vista cuando se fue a vivir para el lado de la provincia de Buenos Aires; pero hace algunos meses lo vi en un par de programas de televisión; uno un concurso que tenía la conducción de Guido Kaczka donde llegó a estar entre los finalistas. Sí, era bueno… muy bueno”, reafirmó El Ruso.
El cuadrado mágico.
En estos días Raúl Bustos –“El Trompa”, hombre del barrio Oeste– me contactó con Luiggi, y surgió la posibilidad de conocer que fue de él, y que como dice Oscar Christensen mucha gente de aquella época pueda saber qué anda haciendo en este tiempo. Porque como quedó dicho se lo dejó de ver por aquí, y poco más supimos de él.
Luiggi Corvalán vivió su niñez y adolescencia en Villa del Busto. Y aquí vuelvo sobre lo que decía El Gallego Oscar García en su libro “La Patria del corazón”, donde afirmaba que “detrás de las vías”, hacia el norte de la ciudad, hay un “cuadrado mágico”. Dice García que en esa zona de la ciudad se mueven duendes que tendrían que ver conque por allí nacieran talentos de distintas vertientes: deportistas, músicos, científicos… Sí, algo hay por allí Gallego.
Las épocas de pibe.
Y narra Luis: “Soy pampeano hasta la médula, y en Santa Rosa pasé los mejores años de mi vida, y de mi niñez y adolescencia tengo los mejores recuerdos… con amigos maravillosos como Chispa López, Jorgito Cenizo, Chiquito Moreno, Tachi Gaich, Omar López, Negrito Ibarra, Sapito Santa Juliana, Carlitos Vértiz, Hugo Domínguez, Miguel Guzmán… ¡tantos!.. Nos juntabamos en el mástil de la Escuela 4 a charlar y tomar mate. Y éramos felices dándole a la pelotita de trapo; y también con eso de comenzar con la música”.
Y sigue: “Escuchábamos a Los Iracundos… me encantaban y compraba sus discos para cantar en casa arriba de la música imitando a Franco”.
Paralelamente se acercó al grupo musical que ensayaba a la vuelta de su casa. “Eran Los Play Boy, que se estaban formando con Guillermo Mangano, Carlitos Nemesio en batería, cantaba y muy bien Chiquito Díaz, estaba Foreto con su guitarra y el Negro Ibarra con guitarra rítmica. Me pasaba noches escuchándolos, porque ya amaba la música. Es lo que más me gusta en la vida”, enfatiza.
Sol Naciente y otros grupos.
Un día, ya había hecho el Servicio Militar; Luis fue a cantar con el grupo Godo y Los Winders a Rivera (provincia de Buenos Aires). Fue del 71 al 74, y más tarde incursionó en varios grupos en Santa Rosa… “Hasta que en 1977 tuve la suerte y el honor de entrar en Sol Naciente, cuando Conejo Roldán salió a hacer su carrera de solista. Estuve cantando ahí hasta el ‘80, cuando hicimos la presentación de despedida en el Teatro Español”, rememora.
Era el fin de un ciclo y el comienzo de otro: “Empecé como solista, hasta que formamos Grupo Quetral con gente y músicos de primer nivel. Más tarde estuve en Los Trinos, otro grupo hermoso: Adán en teclado, Beto Pérez trompeta, y Alejandro un cantante bárbaro. Tiempos del Club Argentino y esos bailes hermosos…”.
En Epecuén.
“En Quetral estaban Tachi Gaich, tremendo músico en teclados; Jorgito Satragno en saxo y flauta traversa; y Chispa López en batería. ¡Y cómo son las cosas… los tres se fueron de gira! Dejaron un gran vacío, también en lo humano”, reconoció Luis. “Eran temas de David Heredia, de Nino Bravo, de varios cantantes… Llegamos a hacer un recital en el Teatro Español, que fue una linda puesta; pero al poquito tiempo nos disolvimos… Resulta que un día vinieron unas personas de Carhué, donde vivo hoy, a ofrecernos a tocar al lago Epecuén, que era muy popular. Estuvimos toda la temporada con parte de Sol Naciente… Mángano, Foreto, Chispa López, y había una chica (Marcia) que cantaba también”.
Y sería un paso trascendente porque terminó por armar su vida en Carhué. Se casó, llegaron los hijos y se dedicó a la producción de bailes. “Traíamos músicos pampeanos a esas bailantas que eran muy lindas”, evocó.
Novela con Grecia Colmenares.
En 1987 Luiggi iba a conocer al actor Jorge Martínez. “Me ofreció trabajar en Buenos Aires con él y me fui. Participé como extra en una novela, ‘María de Nadie’, que estaba de moda y tenía como artista estelar a Grecia Colmenares. Después fuimos a Formosa a trabajar en boliches, y más tarde me volví y empecé como solista y con pistas. Y sigo en eso… Nunca dejé de cantar”, indica.
En 2018 participó del programa de Guido Kackzka. “Ahí hice un tema de Cacho Castaña, y salió tan bien que Cacho me regaló las pistas originales. Por eso siempre que puedo le hago una suerte de tributo… pero a mi estilo, sin imitarlo…, porque la idea es hacerle un homenaje a él, con un respeto inmenso como se lo merece”, dice sobre su admiración del creador de “Garganta con arena”.
¡Estás igual, Luiggi!
Quienes escuchan ahora mismo a Luiggi Corvalán advierten que tiene la misma voz que en sus mejores momentos. “Debe ser porque jamás fumé ni bebí… y puedo decir que a mis 74 años tengo la misma voz de los 20 años; y lo compruebo midiéndome con grabaciones mías de los años ‘70. Lo hago para saber dónde estoy parado”.
Y se entusiasma con el resultado: “Diría que estoy mejor que antes, con muchísima más experiencia por supuesto y otra forma de cantar, con la misma textura y la misma coloratura de voz que eso para mí es todo. Y bueno, siempre con el respeto que el público se merece. Me sigue encantando estar arriba de un escenario, y me entrego por completo… y digo de verdad me siento más intérprete que cantante, porque siento lo que voy diciendo… Por eso valoro esas canciones que tienen un contenido en sus letras… Me pasa con Cacho Castaña, con Alberto Cortez; con algunas cosas de Sergio Denis”, completa.
Lo que viene.
Se entusiasma Luis con el proyecto que quieren concretar con Oscar Martin –tanguero de ley–, en una fecha próxima. “Creemos que podemos hacer una cosa muy linda, y ya más o menos lo tenemos armado. Queremos hacerlo en Santa Rosa, si es posible en el Teatro Español, y en eso estamos”, se ilusionó.
Luiggi regresa cada tanto a visitar a los suyos que quedaron por aquí, su hermana, sus amigos, y con la idea fija de volver a presentarse ante el público de Santa Rosa. Y sueña… sueña con un teatro colmado con su voz y esas melodías que siempre se recuerdan, interpretando esas letras que tengan contenido y emoción. Esa que lo embarga cuando vuelve atrás en el tiempo y rememora aquellos viejos buenos tiempos.
Al cabo porque –como canta la Negra Sosa– uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida…
Un barítono atenorado.
“El timbre de voz de Luiggi Corvalán es muy particular… quizás podamos definirlo como un barítono atenorado. Es una clasificación no muy usada, y se define así a aquellas personas que tienen un amplio registro que abarca notas oscuras o graves, y un límite en los sonidos agudos. A eso suma la excelente interpretación en cada una de las obras, sin hacer lo que muchos hacen que es imitar. Él tiene su propia versión de las canciones”, elogió sin miramientos el maestro Alberto Carpio.
Julio Braile, contemporáneo y amigo de Corvalán, sostuvo que tiene “una voz potente, muy linda… un registro bárbaro. Él estaba en Clan 5 cuando nosotros estábamos con Grupo 04”, otro grupo icónico de la época.
“Aunque nunca pudimos actuar juntos puedo decir que además es muy buena persona y siempre tuvo una presencia muy linda, muy especial”.
Por su parte, el Ruso Christensen agregó que “pudo haber trascendido a nivel nacional, pero no sé luego qué pasó… Era de aquellos buenos vagos de esa época, que estuvieron siempre con la misma historia de la música, integrando bandas que en aquel momento se llamaban grupos o conjuntos… pero eran muy conocidos, aquí y también en el país, porque actuaron en muchos lugares. Y la hago corta: Luiggi para mí ha sido el mejor cantante pop, o de rock popular de La Pampa”, concluyó.
Una anécdota: ¿Ritmo salvaje?
Se ríe con ganas Luiggi Corvalán al recordar aquella noche en el Club Argentino. “Teníamos un grupo que llamamos ‘Los Salvajes’, donde estaban Gori González, que tocaba guitarra rítmica; Gringo Zorzi en batería; Paco Ibarra era primera guitarra; el Turquito Salomón tocaba el bajo, y yo cantaba. Era uno de esos bailes impresionantes de Argentino y quisimos hacer un tema nuestro, ‘Ritmo salvaje’ le habíamos puesto. Desde un costado nos miraba un tipo un poco pasado de copas, y cuando terminamos nos dice: “¡La miércoles, si ustedes son los salvajes; cómo serán ‘Los tranquilos’! Y tenía razón, hicimos un tema horrible, pesado. Como será que la gente no bailó y casi que nos chiflaron… nos dio bastante vergüenza. Pero esas cosas pueden pasar…”, justifica.
Fuente: La arena
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