Por estas horas se viralizan las imágenes de un extraño ejercito a bordo motocicletas, recorriendo las calles de la ciudad cordobesa de Rio Cuarto. Varias decenas de motos de pequeña cilindrada, conducidas por hombres jóvenes, muchos adolescentes, en lo que parecía ser un desfile y termino en un violento y descontrolado robo a supermercados de esa ciudad.
Algo muy similar ocurrió en la ciudad de Mendoza y en la sureña Neuquén. En todos los casos se convocaron a través de las redes sociales. En todos los casos robaron sin ningún prurito, destruyeron y atacaron, sin temor a nada ni nadie.
Algunos de los videos, tomados por transeúntes ocasionales, dejan escuchar las voces de mujeres, jóvenes que gritan desaforadamente pidiendo que maten a la “gorra”. Es decir que asesinen a los policías.
No son la misma gente.
Pasaron veinte años y el regreso de los saqueos y la violencia, hoy lo protagonizan aquellos que eran bebes o niños en el año 2001.
Son una juventud que no tiene horizonte, violenta y con mucha impertinencia, producto de su absoluto desinterés por una sociedad que 22 años después, no hizo absolutamente nada por propiciarles un futuro, educación y los elementos básicos para creer y respetar al país y sus instituciones.
No son los mismos que saqueaban en el 2001 cuando las imágenes mostraban a familias enteras rompiendo persianas y llevándose lo que encontraban a su paso.
Estos saqueadores, no se sienten ciudadanos, se conforman como bandas, se movilizan en ciclomotores y están dispuestos a casi todo.
Esas imágenes lanzadas con absoluta impunidad, abren las puertas a tiempos de violencia impredecible.
Y mientras tanto la sociedad sigue viendo impávida como la teoría garantista y el descontrol social anticipan la llama que nuevamente puede incendiar nuestro país y esta vez, sospechosamente comienza desde el interior porque en las grandes urbes ¿todavía continúan funcionando los controles políticos?.
La pregunta es ¿hasta cuándo? y el temor es que no son los mismos.
DOMINGO SAN ROMAN
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