Por Fabián Cares
especial para www.lmneuquen.com
Fue el autor de la emblemática obra escultórica de la carreta con bueyes en el centro de la provincia y de la obra “Los Ciervos”, en el sur cordillerano.
Pichón Gómez, el artista que dejó su huella en Zapala y San Martín
Un artista trasciende el tiempo y las distancias a través de sus obras, que se convierten en símbolos de identidad de los pueblos. Son su carta de presentación ante el mundo, la postal obligada de los turistas y la referencia perfecta para sus habitantes. Este es el caso del Monumento a los Pioneros: la clásica carreta de bueyes que desde hace casi 50 años busca atravesar por completo la rotonda, del cruce de rutas, en el corazón mismo de Zapala. Detrás de esa trascendental obra hubo un artista que dejó su impronta para siempre. También dejó abierto el libro de leyendas, en el que con el correr de los años se fueron escribiendo interesantes capítulos con la pluma de la memoria y el ingenio popular. El artista que le dejó este emblema a la ciudad fue Rodolfo Gómez Fernández, ganando trascendencia a través de su apodo familiar de “Pichón”.
Fernández rompió los moldes de la frase “nadie es profeta en su tierra”. Él lo fue en la propia y con mayúsculas en tierras extrañas. Su excepcional profesionalismo le abrió las puertas de su país y de otros que sucumbieron ante su talento, entre ellos España y Brasil.
Este genial artista nació el 6 de abril de 1920, en el hogar de la tradicional esquina de Moreno y Laprida, en Carhué (provincia de Buenos Aires). Desde la tierna infancia ya presentaba evidentes signos de su inclinación por el arte. Su ciudad natal lo cobijó hasta los 43 años cuando decidió desplegar sus alas y emprender vuelo hacia otro destino en búsqueda de un crecimiento profesional. Bahía Blanca le abrió las puertas y allí su arte comenzó una escalada impresionante. La Patagonia sur fue uno de los destinos que hoy alberga parte de su vasto legado artístico y cultural con su huella indeleble.
Gómez Fernández, tal cual firmaba sus obras, fue un autodidacta de la escuela de la vida. Por pura pasión y esmero personal fue: pintor, escultor, fotógrafo y cineasta aficionado. Entre esas múltiples actividades supo ser el creador de una técnica pictórica novedosa y creativa para la época: Inventó una especie de aerógrafo.
“Pichón” fue muy conocido por su dedicación al arte pero también por el sincero culto que guardaba por su familia: era su religión, su refugio y su amparo. Una postal en una playa y un video de un cumpleaños refleja ese amor, alegría y contención para con su esposa e hijos. Como esas privilegiadas coincidencias de la vida, su compañera de ruta María Elisa Pirosanto tenía un exquisito gusto por el arte musical heredado de su familia a través de la Orquesta Pirosanto que albergó a varias generaciones.
Las obras escultóricas elaboradas bajo una técnica innovadora para la época conforman un aporte histórico y cultural muy relevante para las comunidades y países donde dejó su arte, porque para su concepción “Pichón” tomó siempre en cuenta los aspectos históricos y la de sus protagonistas.
Gómez Fernández falleció en 1986 a los 65 años, detrás de su enorme figura dejó un legado cultural que hoy lo trasciende y debe ser conocido y reconocido por todo el país y, en especial, por todo el sur argentino.
El año 1970 y su llegada a San Martín de los Andes (de visita a la casa de su hija) lo inspiraron para profundizar sus destrezas artísticas, por lo que comenzó a investigar el uso de la fibra de vidrio y su técnica en la estatuaria. Fue un verdadero pionero en ese estilo. Es así que al año siguiente le dio vida a “Los Ciervos”, la emblemática imagen de la ciudad lacustre que aún hoy es uno de sus principales atractivos turísticos. Al principio fueron ubicados en la rotonda principal del centro sanmartinense y con posterioridad trasladados a la Costanera. En esta ciudad hay otras obras que recuerdan su maravilloso arte.
Embelesados por esa técnica las autoridades municipales de Zapala entablaron una amistad con el artista y lo invitaron a la ciudad para cristalizar y testimoniar un reconocimiento a las familias migrantes e inmigrantes que le supieron dar origen. Así se concibió el Monumento a los Pioneros y la recordada familia Vilurón aportó el catango que fue restaurado y plastificado por el autor.
Las obras de Gómez Fernández se cuentan por centenares en distintos escenarios y ciudades. Su técnica pictórica, la de una especie de aerógrafo que él mismo inventó, la utilizó en Carhué en los Murales de La Galera “La Constante”, El Soldado y Fuerte General Belgrano. En 1964 viajó a Brasil para pintar cuadros y murales de temas gauchos en Centros Tradicionalistas Gauchos de Vacaria (Estado de Río Grande Do Sul), de igual manera en residencias particulares y estancias. En 1975 viajó a Asturias, España, para perfeccionar su técnica pictórica.
De regreso al país y como parte del centenario (1977) de su pueblo natal emprende la realización de un monumento al teniente general Nicolás Levalle, como homenaje al fundador de Carhué. Finalmente, por algunas complicaciones, la obra fue inaugurada en abril del año 1978. Más tarde realizó la obra escultórica con la imagen de Nuestra Señora de la Merced en Bahía Blanca. Ya en 1983 realizó el conjunto escultórico del Quijote, Sancho y los perros en la ciudad de Puerto Madryn, provincia del Chubut.
En el aniversario de Carhué, el 21 de enero de 2004, se le dio cumplimiento a su última voluntad: descansar en su pueblo. Ese año y como homenaje al ilustre vecino sus restos fueron trasladados a la ciudad y fueron depositados en la explanada del Monumento a la majestuosa obra que el mismo artista había construido casi tres décadas antes.
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