Y todos miramos para otro lado

La violencia no es espontánea, los seres humanos no somos naturalmente violentos, porque durante miles de años de civilización nos hemos conformado en comunidades donde la base de la coexistencia ha sido el respeto mutuo…

“…Nuestros derechos terminan donde comienzan los de los demás”

Sin embargo en los últimos tiempos las diferencias se han agrandado y socialmente muchos de nuestros hermanos, en especial los jóvenes, se ven afuera de todas las posibilidades que el mundo actual nos ofrece.

Entonces nace la violencia.

La solución no es la venganza.

La solución está en la educación. Esa fue la herramienta de mayor efectividad, por supuesto que no fue la más utilizada y muchas veces en la historia fue desechada porque los poderosos no deseaban tener competencia y soñaban con acaparar para ellos las ventajas de una vida mejor.

En nuestra era la tecnología abre puertas maravillosas para diseminar como un virus bendito la educación, la formación… el extraordinario don de la inteligencia humana tiene hoy una herramienta casi gratuita y cada día más al alcance de todos.

Por estas razones si queremos impedir que nuestra comunidad se convierta en un foco de violencia, robos y descontrol, no debemos cometer el mismo error de las grandes urbes. Tenemos que asumir la responsabilidad de ayudar, de contener, de abrir posibles caminos.

Es imprescindible que unamos fuerzas para luchar contra la realidad de un mundo injusto para muchos.

A algunos les parecerá una utopía, otros se mantendrán en la postura de la represión, pidiendo mano dura y por ende más violencia, (ya sabemos sobradamente que eso no ha dado resultados), la única salida es la del Amor, es la más rápida y eficiente.

Por estos días nuestra ciudad se ha visto sacudida por una serie de robos, algunos violentos, y por supuesto que en casi todos los casos han sido producidos por gente muy joven, en la plenitud de la vida.

El caso es que esto seguirá creciendo si no despertamos la acción conjunta de toda la comunidad y comenzamos a trabajar por el bien común.

En esta misma ciudad dónde muchos vecinos son víctimas de hechos delictivos, conviven familias enteras que no tienen ni siquiera un espacio digno donde sentarse a una mesa, donde dormir, donde asearse o hacer sus necesidades.

Y TODOS MIRAMOS PARA OTRO LADO.

Sólo un reducido número de vecinos se ocupa con dignidad de ayudar, pero no alcanza.

¿Alguna vez pensamos la bendición que fue haber nacido en un hogar en el que nuestros padres tenían un trabajo digno y por la noche podíamos dormir en una cama caliente?

Nunca es tarde cuando de Amar se trata… esos niños que crecen hoy en la indignidad de la miseria, serán en muchos casos los que no encuentren otro camino que la violencia en un futuro que es demasiado cercano.

DOMINGO SAN ROMAN

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