
Algunos ya descubrimos que no se puede esperar nada, al fin y al cabo el mensaje de las generaciones que nos antecedieron, sigue siendo el único que tiene validez. Trabajo y resignación, ya vendrán tiempos mejores.
Nuestros nonos escapaban de la hambruna europea a bordo de barcos atestados con un bolso y algunas chirolas, a trabajar, a resignarlo todo… sin proyectos posibles. El plan más arriesgado era poder comer todos los días.
A las generaciones actuales no les hemos trasmitido ese espíritu. Creímos haber conjurado los males ocultando las miserias y remitiéndonos a nuestras tristes frases célebres: “Este es el mejor país del mundo”, “Somos el granero del mundo”, “Argentina es el jamón del sandwich” y la inefable: “Dios es argentino”.
Así nos fue, así nos va. De qué nos podemos asombrar si hemos sembrado de ineptitudes y desaciertos el pasado, el presente y el futuro de varias generaciones.
La Justicia no existe, la política es corrupta o inepta, la educación se ideologizó de manera infame y las normas de convivencia social fueron reemplazadas por odio e impunidad.
Los responsables de este desastre social que nos envuelve como una sombra, somos TODOS.
Hemos bajado los brazos como sociedad, recurriendo al sálvese quien pueda. No aprendimos nada de nuestros errores, de tanto dolor y locura… seguimos siendo el eterno país adolescente que oscila entre equivocaciones e irresponsabilidades.
No llores por nosotros Argentina, no lo merecemos.
DOMINGO SAN ROMAN
Desgraciadamente es la realidad nuestra y una incertidumbre muy grande para los que vienen detrás