El cacique Pincén SEMBLANZA DE UN “INDIO ARGENTINO” nacido en Carhué

Un interesante relato escrito por el Historiador pampeano Pedro Vigne y recogido en la red social Facebook:
https://www.facebook.com/pedro.vigne.3
Hoy en el Día del Aborigen Pampeano, me gustaría recordar algo de uno de los caciques más bravos que tuvo La Pampa en el siglo diecinueve: Vicente Catrenao Pincén.
Luis Franco lo describe en su libro “Los grandes Caciques de La Pampa” de la siguiente manera:
“Baqueano del desierto de día como a medianoche, su sentido de orientación era el de las aves. Distinguía el timbre de todos los cencerros y relinchos. Por noticias de detrás del horizonte olfateaba el viento, de noche sus ojos se le volvían lupas. Educados según la pedagogía bruja del indio, sus caballos no rodaban nunca y se burlaban lo mismo del fangal, el médano o las bolas, que del cansancio o del hambre. A pie su facón podía jugar con tres o cuatro sables cristianos a un tiempo. A caballo su lanza trabajaba con la esmerada precisión de una aguja bordadora. Las bolas arrojadas por su mano eran como fusil, lazo y vizcachera a la vez, ¿su modo de entrar en la refriega? como si tuviera no una sino varias vida de repuesto. Sabía hacer fuego en el peor tiempo -llovizna, viento o nieve- y aún con huesos o bosta. Y cuando era preciso podía defender de la helada su sueño con solo el poncho y olvidarse de la sed, como otros se olvidan de sus deudas.”
Según palabras del ministro Adolfo Alsina: “Es el tipo de hijo del desierto, indómito y salvaje, por placer, por costumbre y por instinto”.
Pincén dominaba el centro del territorio pampeano (actuales departamentos Toay, Capital, Conhelo y parte de Atreucó) nunca se subordinó a nadie y cuando iba a malón con Calfucurá o los ranqueles lo hacía en rango de aliado.
Lo cierto que él se reconocía como un “indio” argentino”. Cuando en noviembre de 1878 durante la “campaña preliminar al desierto” lo toman prisionero al ser presentado ante el coronel Conrado Villegas en Trenque Lauquen, dicen que éste le preguntó porqué no se había unido a Calfucurá y Pincén le respondió “porque yo soy indio argentino nacido aquí en Carhué y Calfucurá es chileno, usurpador de nuestra tierra”.
Entonces fue enviado prisionero a Buenos Aires, donde se le obtuvieron varias fotografías por parte del italiano Antonio Pozzo (una de ellas es la que acompaña esta nota) y luego de unos días en el cuartel del Regimiento 6 de Línea, fue embarcado en el vapor Rosales con destino a la Isla Martín García. A su paso por Buenos Aires fue exhibido como trofeo de guerra. Sin embargo su aspecto no provocó demasiado: “Un indio que nada dice, regular estatura, indio puro y un poquito de bigote”. Así lo describió un cronista de “El Porteño” que fue a conocerlo y agregó: “Venía malamente vestido. El salvaje está alojado ahora en el cuartel del bizarro 6 de Línea. Que Dios lo ayude”.
Pincén recuperó su libertad entre fines de 1882 y primeros meses de 1883 y Ataliva Roca lo llevó a su estancia “El Dorado”, ubicada a seis leguas de Lincoln. Allí estaba cuando fue acusado como partícipe del hecho en el que murió el estanciero Mc. Climont y sus peones cerca de Anguil.
Nuevamente es detenido el 1° de mayo de 1883 y enviado a Martín García. Aparentemente no se le comprobó responsabilidad en el crimen y según algunos historiadores hacia 1886 estaba en libertad en la estancia “La Barrancosa” en el partido de Bragado. Un personaje tan trascendente en la historia argentina como lo fue Pincén tuvo un final de misterio. Hasta el día de hoy nadie sabe cuando murió y donde está sepultado.

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