Se debe a que ese día del año 1975 por primera vez se celebró una reunión en la ciudad de Crespo, para formar una Comisión de Descendientes de Alemanes del Volga. Fue electo presidente el señor Víctor Pedro Popp.
El objetivo de la Asociación sería el de reunir a todos los descendiente de Alemanes del Volga del país, para mantener viva la tradición y costumbres de padres y abuelos.
Los descendientes de Alemanes del Volga -que hasta ese momento contaba con varios miles-, nunca había tenido un organismo que rescatara su historia, su cultura y sus tradiciones.
En los meses siguientes se fueron conformando distintas filiales en muchas localidades del país, el 13 de noviembre de 1976 se formó la Filial Gualeguaychú, y los integrantes de aquella primera Comisión fueron: Presidente, Alberto Huck; Vice Presidente, Ugo Stürtz; Secretario, Carlos Hein; Pro Secretario, Manuel Michel; Tesorero, Angel Ross; Pro Tesorero, Otto Hildt; Vocales, Agustín Ernst, Rodolfo Michel, Victor Heckerdt y Clara Michel de Michel; Revisores, María Cristina Kunath y Alejandro Ernesto Hermann.
Orígenes
Cuando los primeros inmigrantes alemanes provenientes de la zona del río Volga en Rusia llegaron a Entre Ríos, estuvieron acampando cuatro semanas en la plaza de la ciudad de Diamante esperando que se les otorgue el campo para vivir y comenzar a trabajar. Se trasladaron a la zona de las aldeas en cuatro carretas grandes con cuatro yuntas de bueyes cada una. Las mujeres y los niños abordaron las carretas junto con el equipaje y algunas herramientas, los hombres y jóvenes fueron de a pie. El diámetro de las ruedas era de 3 metros y al pasar el arroyo Ensenada el agua llegaba hasta los ejes. En esa época no había puentes. Llegados al lugar tuvieron que vivir algunas semana más en tres galpones construidos para tal fin, hasta que se terminaran los trabajos de mensura y otros preparativos para la futura colonización. En este tiempo se las tuvieron que ingeniar para vivir. Hubo un momento en que ansiaban comer pan como el que hacían en Rusia y no tanta galleta Argentina. El campamento estaba controlado por un administrador a quien le transmitieron su deseo, este les trajo harina desde Paraná y con los ladrillos de una vivienda en ruinas que había en la zona hicieron un horno. Para tener levadura pusieron galletas en remojo y las dejaron fermentar. El pan salió riquísimo y causó mucho asombro en el administrador del campamento que pensaba que los mal afamados “rusos”, no lograrían hacerlo.
También pensaron en el trabajo que les esperaba y en solucionar el problema de la falta de herramientas para trabajar la tierra. El estado Argentino les entregaba animales, cada familia recibía un caballo, dos bueyes y dos vacas. Ante la necesidad de tener carros, los carpinteros del campamento pusieron manos a la obra y consiguieron cortar discos del tronco de un árbol grueso, les hicieron un agujero en el centro y fueron usados como ruedas. En pocas semanas todas las familias tenían su propio carro. Entre varios jefes de familia juntaron algo de dinero y compraron herramientas y hierro para el herrero Jacobo Weissbeck. La herrería fue instalada en el campamento y con la ayuda de Jacobo Wagner el carpintero, al poco tiempo tenían listo el primer arado. Nuevamente convocaron al administrador del campamento para mostrarle el nuevo artilugio. Quedó más sorprendido aún que aquella vez con el pan. El arado era completamente distinto al que usaban los nativos del lugar y mucho más efectivo.
El Gobierno entregó las tierras a cada colono en agosto de 1878. En ese momento se produjo una situación tensa entre los colonizadores y el Gobierno, ya que las autoridades querían que construyan sus casas en chacras alejadas entre sí y los colonos querían vivir en aldeas todos juntos. Los motivos que esgrimían para vivir juntos eran porque estaban acostumbrados desde Rusia, les gustaba tener una vida social activa, poder reunirse a conversar un rato cada día, era mucho mejor en caso de necesidad, era más seguro, y además querían estar todos cerca de la escuela y la iglesia. Esta situación tensa duró mucho tiempo. Algunos alemanes pensaron en abandonar el país antes de ceder en la gestión. Durante un año se incitó al Gobierno en algunos diarios para que tome medidas de fuerza. Por suerte la cosa no llegó al extremo, el Gobierno desistió de sus planes y se fundaron las aldeas de la forma en que querían los colonos. Las aldeas católicas fundadas fueron Valle María, Spatzenkutter, Salto, y San Francisco. La única aldea protestante se llamó precisamente, Aldea Protestante.
El gobierno le había entregado a cada familia una carpa que debía servir de refugio hasta que estén listas las casas. Ante el miedo de que el Gobierno les quite las carpas por el conflicto sucedido anteriormente, los colonos de aldea Valle María tuvieron una idea original. Cavaron en la tierra 4,25 metros de ancho y 17 de largo, lo techaron con una mezcla de ramas y tierra y formaron una habitación subterránea. En poco tiempo cada familia tenía su vivienda una al lado de la otra. Cuando las autoridades vieron esto dijeron: “Los alemanes de Rusia han construido como vizcachas”. De ahí que se les llamó desde aquel momento colonia “Las Vizcacheras”.
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