La humanidad observa con asombro como está fallando todo, como en las películas de ciencia ficción baratas y como las premoniciones más disparatadas en verdad estaban anticipando la tragedia.
Pero todo comienza por algo.
Cifras incalculables de dinero se invierten anualmente para generar guerras, correr fronteras o combatir guerrillas, narcos y otras yerbas… dinero que se destina al odio, la represión y los ambiciosos bolsillos de unos cuantos super ricos egoistas y soberbios que explican con mucha suficiencia que “ellos” sostienen a la humanidad con sus inversiones.
Mucho esfuerzo se dedica poir parte del resto de los comunes mortales en obtener más y más cada día, para llegar a ser al menos parecidos a esos ricos, poderosos y famosos que nos fascinan. Ese consumo nos alejó de la esperanza, el sentido común y el amor.
Mientras tanto nos olvidamos de la sanidad, de la solidaridad, de la investigación, de la prevención… en fin del amor al prójimo, ese prójimo que hoy ya no puede trabajar y se queda obediente ante el temor a la muerte, cuidando lo único valioso… LA VIDA.
Todos estamos ahora refugiados en nuestros propios miedos porque ha aparecido un corrector invisible.
Hoy nadie, ni los más poderoso e importantes, están libres de morir en medio de ahogos, tampoco ninguno estará dispensado de perder sus fortunas grandes o pequeñas, el poder y sus privilegios superiores al resto.
Hoy este viejo y gastado planeta, (como lo describía genialmente Mafalada), está reordenando las cosas, y lo hace de la única manera que sabe… a puro dolor y angustia, pero con la misteriosa sabiduría de la madre naturaleza…
Como decía Facundo Cabral, “…el día que el planeta sienta que estorbamos, nos pegará un soplido y seguirá su rumbo sin nosotros…”
Ojalá todos comprendamos que debemos respetar este planeta pues es el único refugio y no nos pertence…. Ojalá esta tragedia al fin nos sirva para ser mejores.
DOMINGO SAN ROMAN
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