Finalmente no fueron unas elecciones, aburridas y monótonas, como algunas personas declamaban.
Este proceso electoral que parecía sin brillo, terminó cruzado por la aparición del cuerpo de Santiago Maldonado, un joven artesano de 28 años cuyo destino tuvo en vilo a todos los argentinos de bien. Otros, los que no tienen escrúpulos, lo utilizaron políticamente para intentar culpar al gobierno y la Gendarmería de su desaparición, como si hubiera habido alguna razón sustancial para acometer semejante delito por parte de las autoridades.
Si bien todavía la Justicia analiza las pruebas de la autopsia, los 55 peritos (cincuenta y cinco), se retiraron luego de doce horas asegurando que toda la tarea era concluyente. Santiago no tenía lesiones ni disparos o heridas de ninguna naturaleza. Murió ahogado.
Al mismo tiempo renacieron los rumores, las versiones infames y las manifestaciones que increíblemente terminan siempre con encapuchados pertrechados para romper y afanar cuanto se le cruce.
Al parecer a algunos no hay forma de hacerles entender que los Argentinos deseamos profundamente vivir en paz.
A pesar de haber cortado calles y avenidas durante tres meses, de haber paralizado actividades, realizado protestas, trabajado a reglamento y acusar y agredir a Mauricio Macri y su gente en cuanto acto pudieron, a pesar de las declaraciones inflamadas de algunos candidatos, esa es una oposición que acaba de firmar su planilla de jubilación.
Los Argentinos ayer le dijeron basta a la soberbia, la violencia, el arrebato y la locura de algunos que todavía estudian de los manuales siniestros de la década del 70, aquellos en los que enseñaban que el único camino posible era la disolución social y la creación de una nueva patria…
DOMINGO SAN ROMAN
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