La conciencia de cada ciudadano se ha convertido por estos días en la única herramienta posible para combatir un virus que tiene en jaque al planeta. La vida como la conocíamos, esta sujeta a nuestra responsabilidad individual y colectiva.
La situación dista aún de ser previsible, cuando el primer plazo establecido por las autoridades se venza, recién comenzaremos a ver los primeros ataques ciertos de esta pandemia en nuestra sociedad.
Las diversas aristas que nos presenta este desastre sanitario, nos animarán a tener una templanza especial. Los argentinos en particular siempre estamos en algún tipo diferente de crisis que nos mantiene en un alerta social interminable. Es de esperar que en esta que se avecina logremos al menos apagar algunos de los botones que socialmente nos hacen tanto daño. Por ejemplo desterrar definitivamente la estupidez colectiva de la “grieta” político ideológica que ha sido en la última década el contrapeso que nos impidió debatir con seriedad y madurez el rumbo a seguir como sociedad.
Ojalá esta crisis sea un definitivo desafío para cambiar nuestras actitudes y comencemos a comprender que unidos podemos encontrar un camino diferente.
El rasgo más bello que tiene desde siempre nuestra idiosincracia ha sido y es la SOLIDARIDAD, pongamos nuestro mayor esfuerzo en canalizarla a través de cada una de nuestros gestos y dejemos de buscar culpas, errores y enemigos… somos todos argentinos, estamos todos en la misma casa, hagamos lo mejor para superar la situación que se avecina.
DOMINGO SAN ROMAN
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