Es increíble lo inescrupulosas que pueden ser algunas acciones en el marco de una campaña electoral. Y sobre esto sólo basta observar la evolución de las estadísticas en anteriores procesos electorales y se comprobará como crecen sospechosamente determinados delitos en zonas específicas, (principalmente del gran cordón que rodea la Capital).
Allí se cocinan ambiciones de todo tipo y naturaleza, no solamente el poder. Muchísimo dinero está en juego en determinados sectores y es entonces que aparecen estas oleadas de accionar delictivo que contra todo lo que el lector pueda imaginar, no se trata de jóvenes desesperados, mal vestidos, mal comidos y sin medios.
Muy por el contrario las que aparecen son bandas de hombres, jóvenes pero perfectamente organizados en vehículos casi siempre de gama mediana o alta y muy nuevos. Actúan con impunidad ante las cámaras de seguridad y muchos de ellos no se molestan siquiera en ocultar sus rostros u otros detalles que pudieran servir para su identificación.
Según algunos analistas, estos hechos estarían siendo parte de planes mayores que sirven para perjudicar a dirigentes o espacios de poder, llamese partidos políticos, municipios, ministerios u organismos policiales.
Se desataría así una guerra sórdida en la que los ciudadanos son víctimas obligadas porque se trabaja afectando su seguridad para así torcer su voluntad a la hora de elegir.
Indigno y miserable el accionar de estas mafias que alteran sin ninguna consideración la vida de la gente trabajadora y honesta que espera y cree que se pueda construir una sociedad mejor.
DOMINGO SAN ROMAN
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