Soledad Antelada Toledano, la niña que cruzó el océano para ser ‘hacker’


CUENTO de YOLANDA QUINTANA
Hace muchos años, más de cincuenta, no había ordenadores como los que usamos ahora. Tampoco Internet, ni redes informáticas. Algunas personas, en distintas partes del mundo, empezaron a desarrollar estas tecnologías. Se ayudaban entre ellas y eran muy brillantes, con ideas que nadie más tenía. Y se les empezó a llamar hackers. Ser hacker significa que sabes mucho de algo que te encanta y eres capaz de resolver cualquier problema que se te presente, sin importar lo difícil que sea.

Aunque esa palabra se inventó con la informática, puedes ser hacker de cualquier cosa. Si hay algo que te entusiasma, le dedicas mucho tiempo para aprenderlo a fondo, se te ocurren soluciones que otras personas no han pensado y compartes lo que sabes, a lo mejor eres hacker y no lo sabías.

En informática, ser hacker quiere decir que entiendes muy bien cómo funcionan las máquinas, cómo piensan y cómo hablan entre ellas. Por eso, las personas hacker muchas veces se encargan de vigilar que nadie ataque los ordenadores y que los sistemas funcionen bien. Se llama seguridad informática y es algo muy divertido porque se parece a resolver acertijos.

Justo a eso es a lo que se dedica Sole, la niña que, cuando fue mayor, cruzó el océano para ser hacker.

Sole vivía junto al mar, en Marbella, un pueblo muy bonito de Málaga. Era una niña morena, con ojos muy negros y muy alegre. Cuando era muy pequeña sus padres también cruzaron el océano, desde Argentina hasta España, huyendo del gobierno de un señor muy malvado al igual que habían hecho muchos años antes de que ella naciera, pero al revés, huyendo de la falta de libertades en España. Por fin, se quedaron a vivir aquí y Soledad creció muy feliz, jugando en la playa y en las calles de su pueblo.

Sole siempre fue muy curiosa con los aparatos electrónicos y siempre trataba de arreglarlos. También le gustaban las matemáticas.

En el colegio se apuntó a informática. Era un mundo desconocido para ella y que le llamaba mucho la atención, por eso se lanzó a aprenderlo. Le gustó, así que decidió estudiar Ingeniería Informática en la universidad, sin saber muy bien de qué trataba. Nunca había tenido un ordenador y tuvo que esforzarse mucho.

Cuando terminó sus estudios y empezó a trabajar como programadora se dio cuenta, además, de que se le daba muy bien, y pensó “¡Cómo me gusta hablar el lenguaje secreto de las máquinas!”

A Sole le sorprendió al principio, porque en la universidad ningún profesor le había explicado lo buena que podía llegar a ser.

Sole estaba muy contenta desarrollando aplicaciones. Pero, como era una hacker, aunque ella entonces todavía no lo sabía seguro, intuía que había muchas más cosas por conocer sobre los ordenadores y las redes informáticas. Así que buscó y buscó dónde aprenderlas.

Por fin, encontró un lugar donde podían enseñarle todo lo que quería saber.

—Mamá, me voy a San Francisco a aprender a ser hacker —le dijo un día a su madre.

A Sole no le importó que mucha gente pensara que era una locura:

—Pero ¡si ser hacker es muy difícil! Y ¿cómo vas a entenderte con la gente, si no hablas inglés? ¡Es imposible! —le advertían.

Pero ella no los escuchaba. Estaba decidida. Cogió su mochila y todos sus ahorros y cruzó el océano para ser hacker.

Sole logró su sueño y es feliz porque puede destripar las computadoras para develar sus misterios y meterse en las redes por las que navega toda la información del mundo. Además, tiene un club para ayudar a que muchas más chicas sean hackers como ella. Siempre les dice:

—Nunca dejes que nadie te quite un sueño porque ellos no se atreverían a intentarlo.

Y así fue como Soledad Antelada decidió seguir su intuición, y con muchas ganas y esfuerzo, se ha convertido en la primera y única mujer del departamento de ciberseguridad del Berkeley Lab, uno de los mejores centros científicos del mundo. Su trabajo consiste en proteger este laboratorio tan importante de ataques informáticos.

Nacida en Buenos Aires en 1977, Soledad Antelada es ingeniera informática por la Universidad de Málaga. Es la primera y única mujer que trabaja en la ciberseguridad del Lawrence Berkeley National Laboratory o Berkeley Lab, uno de los centros científicos más prestigiosos de EE.UU., vinculado al Departamento de Energía del gobierno, y un referente mundial en innovación científica en el que han colaborado 13 Premios Nobel. La especialidad de Soledad Antelada es el ‘pentesting’, que consiste en intentar atacar un sistema buscando dónde está desprotegido, como lo haría un pirata informático, para llegar antes que ellos y arreglarlo. Está considerada como uno de los veinte profesionales latinos más influyentes en el sector de la tecnología en EE. UU. Ha impulsado el grupo ‘Girls can Hack’ (@Girscanhack) para promover la entrada de mujeres en el mundo de la seguridad informática.


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